martes, 16 de noviembre de 2010

cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor "del fuego"

Mucho tiempo sin pasar por acá… la vida me supera y mi tiempo escasea.
Hoy mientras leía textos que tengo guardados hace mucho, mucho tiempo encontré este texto de  Simone Seija Paseyro, una uruguaya que escribe muy lindo y me dio ganas de compartirlo.
Acá se los paso, se que todas las mujeres lo van a entender y disfrutar.

CUANDO LAS CABEZAS DE LAS MUJERES SE JUNTAN ALREDEDOR “DEL FUEGO”
Alguien me dijo que no es casual… que desde siempre las elegimos.
Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan.
Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presente las cualidades que las trajeron a mi tierra personal.
Valientes, reidoras y con labia.
Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando.
Arquitectos de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna.
Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen.
Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras.
Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine.
Las de “venite el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse.
Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblemos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un  mañana.
A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas.
El futuro en un tiempo no existía.
Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada… y sin embargo… detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos.
Cambiamos.
Crecimos.
Nos dolimos.
Parimos hijos.
Enterramos muertos.
Amamos.
Fuimos y somos amadas.
Dejamos y nos dejaron.
Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena.
Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar.
Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos.
O no.
Creímos morir muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir.
Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar.
Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras.
Noches de miles de estrellas y noches desangeladas.
Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra.
Nos entregamos.
Nos protegimos.
Fuimos heridas e inevitablemente, herimos.
Entonces… los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada.
La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar.
Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestros edificios recién se empezaban a erigir.
Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes.
Y en aquel tiempo lo éramos, solo que no lo sabíamos.
Hoy somos todas espejos de los otras, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono.
Porque cuando las cabezas de las mujeres de juntan alrededor “del fuego” que deciden avivas con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía.
Como siempre.
Como nunca
Como toda la vida.


Bueno espero que les guste, a mi la verdad que me gusta mucho el texto y me hace acordar a todas mis hermanas del alma, seguro ustedes también se acuerdan de alguien que les hace feliz que este cerca avivando el fuego.